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museoconsumo

Esta proliferación de obras de arte como signos identificables es parte del proceso general de abstracción y desmaterialización del valor en el capitalismo contemporáneo. En la esfera del museo barroco-financiero las obras no son consideradas por su capacidad para cuestionar los modos habituales de percibir y conocer, sino más bien por su intercambiabilidad sin fin. El arte se intercambia por signos y dinero no por experiencia o subjetividad. Aquí el signo consumible, su valor económico y mediático, se emancipa de la obra de arte, la posee, la vacía, la devora y, por decirlo con Benjamín, la destruye. Este es un museo en el que el arte como significante disidente, el espacio público y el público como agente crítico han muerto. Dejemos de llamarlo museo y llamémoslo necromuseo. Un archivo de destrucción de nuestra historia global.

Si queremos salvar el museo quizás tengamos que paradójicamente, elegir la ruina pública frente a la rentabilidad privada. Y si no es posible, entonces quizás haya llegado el momento de ocupar colectivamente el museo, vaciarlo de deuda y hacer barricadas de sentido. Apagar las luces para que, sin posibilidad alguna de espectáculo, el museo pueda empezar a funcionar como un parlamento de otra sensibilidad.



De la página 147,del libro Un apartamento en Urano. Paul B. Preciado. Editorial Anagrama.

Convicciones versus Intereses


(...)


Las consecuencias del falso dilema entre convicciones y posibilismo político está muy bien explicado en el libro de Ignacio Sánchez Cuenca La superioridad moral de la izquierda. A diferencia de la derecha, que considera legítimo defender intereses y por eso tiene mayor facilidad para transaccionar y alcanzar acuerdos políticos, la izquierda tiende a anteponer los principios a los intereses, por legítimos que estos sean. Y cuando una negociación política se centra en los principios, cualquier cesión puede ser vista como una traición. El exceso de idealismo moral es el que explica la tendencia suicida de la izquierda al conflicto interno y a la escisión. Y es lo que a la postre impide muchas veces que su proyecto político avance. Pero la política y la moral obedecen a lógicas diferentes que no tienen por qué ser incompatibles. 


Del artículo Colau y los falsos dilemas morales.



Publicado el 3 de junio del 2019 en El País

La misma conclusión:

Ver también el video de Ignacius de La Vida Moderna: 

Los votantes de izquierdas no nos podemos permitir seguir siendo personas DE MIERDA del 27 de mayo de 2019.