Traducir

Aprender a ser voluntariosos

En un mundo actual donde lo inmediato es premiado visto y como algo positivo, no es menos importante, proponerse cuestiones a largo plazo y para ello hay que tener fuerza de voluntad. Esto aplicable a la formación es necesario tenerlo en cuenta.

Debemos aprender cuestiones que ahora no nos servirán ahora pero sí para nuestro futuro. No todo tiene que tener una aplicación inmediata.

Una serie de consejos servirán para aprender a ser voluntariosos:

1. No tenga expectativas negativas sobre sí mismo.
2. Motívese. Busque una razón para hacer algo y repítasela.
3. Propóngase primero metas alcanzables para animarse.
4. No se deje llevar por sus impulsos. Estos aunque crea que son innatos, la mayoría son aprendidos. No confundir no ser conscientes de algo que queremos hacer con fuerza de la naturaleza o impulsividad. La mayoría de las "apetencias" se explican por el contexto social en que nos ha tocado vivir.
5. Organícese y planifique. Sea consciente de los pasos que deber dar para llegar a la meta.
6. Sea consciente de que para llegar a una meta hay que realizar cosas que no nos gustan. Pero esta renuncia a hechos le hará más maduro y le hará disfrutar más cuando, seguro, alcance la meta que se propuso.

Para profundizar más y aprender mejor consulte el artículo siguiente:  ¿Qué la fuerza de voluntad te acompañe! de Patricia Ramírez Loeffler.

Pensamiento optimista.

El sábado día 5 de abril me encontré este artículo que me hizo reflexionar sobre la tendencia de nosotros los psicólogos de convencer a todos de tener un pensamiento positivo.

Solo  dejo algún párrafo que me ha llamado la atención y que cuestiona nuestra manera de actuar.

De todas partes nos llega una formidable presión para “ser positivos”. Según los más supersticiosos, ello nos conviene porque pensar positivamente puede conducirnos al éxito (y ellos suponen que es allí adonde todos queremos ir) o a la superación de las adversidades. Estos supersticiosos, en general, saben por supuesto que tal cosa es mentira, es decir, no pueden ignorar que no existe relación de causalidad entre nuestro pensamiento y los hechos, propicios o desafortunados, que nos ocurren, aunque hagan circular —volando muy bajo— “teorías” que pretenden extraer del psiquismo una presunta “energía” capaz de detener las ruedas de un coche o el crecimiento de un tumor, y que son a la pobreza de espíritu lo que la “comida rápida” es a la miseria material, es decir, una manera muy poco eficaz y bastante dañina, aunque también muy barata, de engañar a la necesidad. Pero la ineficacia, como bien sabemos, nunca ha sido motivo suficiente como para desactivar la superstición.

(...) El oficial que, para cumplir la orden de tomar una colina en una guerra, grita: “¡Adelante!” al pelotón que se dirige a una muerte segura, ¿qué podría contestar a la tropa que objetase que si avanzan les matarán? “¿No seáis negativos?”. “¿Pensad positivamente?”. “¿Yes, we can?”. “¿Sí se puede?”. En una época que se dice tan poco heroica como la nuestra, no conseguimos desembarazarnos del prejuicio épico que convierte en la peor de las vergüenzas el darse por vencido y “tirar la toalla”, incluso cuando la victoria es imposible o inmoral. Y como antaño sucedía con los magos y los augures, en situaciones desesperadas o insufribles —o sea, cuando ya nada se puede hacer— aparecen, invariablemente, los hechiceros del psiquismo (no necesariamente psicólogos o psiquiatras en el sentido serio de la palabra) para conjurar ese tabú socialmente inaceptable: que no se pueda hacer nada.

(:::) ¿Cuántos desempleados, desahuciados o trabajadores autónomos arruinados habrán acabado por creer en esta crisis que son su “falta de personalidad”, su “pesimismo”, su poca “agresividad” en las relaciones humanas, su escasez de ilusión y, en suma, su “negatividad” lo que ha forjado su fatal destino? ¿Cuántas víctimas de la injusticia o de la casualidad se habrán convertido en culpables con este falaz argumento que “psicologiza” su fracaso y les hace más manejables? ¿Cuántas veces hemos oído que en materia económica todo es cuestión de “psicología”, que es el “pensamiento negativo” lo que lleva al empobrecimiento y a la ruina, como si hubiera bastado que, en lugar de la malhadada “educación para la ciudadanía”, se hubiera ofertado en la ESO una buena asignatura de “pensamiento positivo” que fomentase el espíritu emprendedor con las armas de la terapia cognitiva para haber evitado la “falta de alegría” en el consumo interno y en el crédito bancario que tanto daño nos ha hecho?

Para ver el artículo completo pinchar aquí.

José Luis PardoPensamiento negativo, Babelia. El País, 05/04/2014   



La depresión como efecto del narcisismo...

Entrevista de interés realizada al filósofo Byung-Chul Han. Trata temas como las causas de la depresión, las consecuencias de la realización personal de trabajo,  el valor del parecer, etc.
(...)
A diferencia de lo que ocurría en tiempos pasados, cuando el mal procedía del exterior, ahora el mal está dentro del propio hombre, subraya Han: “La depresión es una enfermedad narcisista. El narcisismo te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la depresión, comporta la pérdida del sentido del eros. Dejamos de percibir la mirada del otro. En uno de los últimos textos que he escrito insisto en que el mundo digital es también un camino hacia la depresión: en el mundo virtual el otro desaparece”. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia”, sostiene.
(...) 
La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”.
(...)
  Pero lo más llamativo es que el propio amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí mismo. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la depresión. Pero el cansancio y la depresión no se pueden interpretar como alienación, en el sentido tradicional marxista. “Solo la coerción o la explotación llevan a la alienación en una relación laboral. En el neoliberalismo desaparece la coerción externa, la explotación ajena. En el neoliberalismo, trabajo significa realización personal u optimización personal. Uno se ve en libertad. Por lo tanto, no llega la alienación, sino el agotamiento. Uno se explota a sí mismo, hasta el colapso. En lugar de la alienación aparece una autoexplotación voluntaria. Por eso, la sociedad del cansancio como sociedad del rendimiento no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica, es la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”. El hombre se ha convertido en un animal laborans, “verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.
(...)
 Y es que “el eros es la condición previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay posibilidad de filosofía”.
(...) “El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento pierde la vitalidad y se hace represivo”. Ahí está el ejemplo de Alcibíades, que accede al conocimiento gracias a la seducción que Sócrates ejerce sobre él. “Siempre se había pensado que el eros estaba excluido, pero es condición para el pensamiento”, insiste. “Es el amigo el que introduce una relación vital que hace posible el pensar”. Por el contrario, “la falta de relación con el otro es la principal causa de la depresión. Esto se ve agudizado hoy en día por los medios digitales, las redes sociales”. La soledad, la incapacidad para percibir al otro, su desaparición.
(...)
En realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente “expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. 
(...) 
En la antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la apariencia se nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay una gran diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer, que no aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece el mundo”.

Para leer toda la entrevista pinche aquí.Publicada en  Babelia el  22/03/2014

El nuevo empleo.

Todavía tenemos la mentalidad: de "Aprendo para trabajar en un empleo" Y debe ser: "Aprendo para crear empleo".
Andrea Shleicher.
Director del informe PISA.


Portles dobles de Villadiego (Burgos)


Cultura audiovisual e impulsividad


Buscando actividades para los tutores me ha llamado la atención los siguientes párrafos del libro "Ser persona y relacionarse" de Manuel Segura Morales.

"El pensamiento consecuencial es la capacidad cognitiva de prever las consecuencias de un dicho o un hecho. Supone lanzar el pensamiento hacia adelante y prever lo que probablemente pasará, si hago esto, o si le digo esto a tal persona. Son muchas las personas, en nuestra cultura audiovisual, que carecen de este pensamiento. Siempre lamentan o padecen las consecuencias que no fueron capaces de prever: en la vida de familia, en no estudiar a tiempo, en gastar más de lo que deben, en decir lo que no debieron decir, en consumir drogas..."

"No es fácil el pensamiento consecuencial: nunca lo ha sido para los impulsivos irreflexivos y ahora se ha hecho difícil para todos, en esta cultura audiovisual que vivimos, llena de posibilidades, pero con el efecto secundario de que muchos piensen con los ojos, en vez de con la cabeza; no pueden pensar en lo que no ven. Por eso les cuesta pensar en las consecuencias de algo, antes de hacerlo, y por eso se buscan problemas, con la droga, con la delincuencia o en su trato con los demás. Es importantísimo, el pensamiento consecuencial, y es difícil".

Entiendo que hay que trabajar el pensamiento consecuencial, de la que carecen los alumnos impulsivos, y según los textos anteriores, la mayoría de los jóvenes que están inmersos cada vez más en la cultura audiovisual, para fortalecer la inteligencia emocional.

Paisaje desde la carretera Humada a Villadiego.