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Pensamiento optimista.

El sábado día 5 de abril me encontré este artículo que me hizo reflexionar sobre la tendencia de nosotros los psicólogos de convencer a todos de tener un pensamiento positivo.

Solo  dejo algún párrafo que me ha llamado la atención y que cuestiona nuestra manera de actuar.

De todas partes nos llega una formidable presión para “ser positivos”. Según los más supersticiosos, ello nos conviene porque pensar positivamente puede conducirnos al éxito (y ellos suponen que es allí adonde todos queremos ir) o a la superación de las adversidades. Estos supersticiosos, en general, saben por supuesto que tal cosa es mentira, es decir, no pueden ignorar que no existe relación de causalidad entre nuestro pensamiento y los hechos, propicios o desafortunados, que nos ocurren, aunque hagan circular —volando muy bajo— “teorías” que pretenden extraer del psiquismo una presunta “energía” capaz de detener las ruedas de un coche o el crecimiento de un tumor, y que son a la pobreza de espíritu lo que la “comida rápida” es a la miseria material, es decir, una manera muy poco eficaz y bastante dañina, aunque también muy barata, de engañar a la necesidad. Pero la ineficacia, como bien sabemos, nunca ha sido motivo suficiente como para desactivar la superstición.

(...) El oficial que, para cumplir la orden de tomar una colina en una guerra, grita: “¡Adelante!” al pelotón que se dirige a una muerte segura, ¿qué podría contestar a la tropa que objetase que si avanzan les matarán? “¿No seáis negativos?”. “¿Pensad positivamente?”. “¿Yes, we can?”. “¿Sí se puede?”. En una época que se dice tan poco heroica como la nuestra, no conseguimos desembarazarnos del prejuicio épico que convierte en la peor de las vergüenzas el darse por vencido y “tirar la toalla”, incluso cuando la victoria es imposible o inmoral. Y como antaño sucedía con los magos y los augures, en situaciones desesperadas o insufribles —o sea, cuando ya nada se puede hacer— aparecen, invariablemente, los hechiceros del psiquismo (no necesariamente psicólogos o psiquiatras en el sentido serio de la palabra) para conjurar ese tabú socialmente inaceptable: que no se pueda hacer nada.

(:::) ¿Cuántos desempleados, desahuciados o trabajadores autónomos arruinados habrán acabado por creer en esta crisis que son su “falta de personalidad”, su “pesimismo”, su poca “agresividad” en las relaciones humanas, su escasez de ilusión y, en suma, su “negatividad” lo que ha forjado su fatal destino? ¿Cuántas víctimas de la injusticia o de la casualidad se habrán convertido en culpables con este falaz argumento que “psicologiza” su fracaso y les hace más manejables? ¿Cuántas veces hemos oído que en materia económica todo es cuestión de “psicología”, que es el “pensamiento negativo” lo que lleva al empobrecimiento y a la ruina, como si hubiera bastado que, en lugar de la malhadada “educación para la ciudadanía”, se hubiera ofertado en la ESO una buena asignatura de “pensamiento positivo” que fomentase el espíritu emprendedor con las armas de la terapia cognitiva para haber evitado la “falta de alegría” en el consumo interno y en el crédito bancario que tanto daño nos ha hecho?

Para ver el artículo completo pinchar aquí.

José Luis PardoPensamiento negativo, Babelia. El País, 05/04/2014